XXVIII Jornada Mundial de la Vida Consagrada

Carta Circular del Superior General


Una Iglesia Sinodal en Misión

 

A todos los Hermanos y Comunidades de la Orden


Apreciados Hermanos,


El día 2 de febrero celebraremos en toda la Iglesia la XXVIII Jornada Mundial de la Vida Consagrada y con tal motivo deseo enviaros mi felicitación a todos los Hermanos y a los religiosos y religiosas que colaboran y comparten nuestra misión. Una vez más os invito a celebrarla dando gracias al Señor por el don de la Vida Consagrada que de forma permanente regala a la Iglesia y en concreto a los religiosos que formamos parte de nuestra Orden.


El año pasado con motivo de esta Jornada Mundial me refería a la Sinodalidad, como tema sobre el que se estaba preparando el Sínodo. Como sabéis en esta ocasión el Sínodo está previsto que tenga dos sesiones, es decir, la que ha tenido lugar en el mes de octubre de 2023 y la segunda que se celebrará en octubre de este año 2024. Por tanto, podemos decir que estamos en pleno Sínodo y la Iglesia nos invita a seguir orando y preparando la segunda fase, caminando conjuntamente toda la Iglesia, pueblo de Dios, del que la vida consagrada forma una parte importante.  


A la conclusión de la primera sesión, se ha publicado un Informe de síntesis titulado “Una Iglesia sinodal en misión” con una serie de puntos y temas muy importantes a seguir reflexionando y que tendrán su continuidad en la segunda sesión de este año. La prospectiva sinodal representa el futuro de la Iglesia, ha sido una convicción de la primera sesión. En esta línea, todo el documento de síntesis recoge las convergencias, las cuestiones a afrontar y las propuestas a discernir de 20 temas fundamentales de la vida de la Iglesia. Uno de ellos se refiere a la Vida Consagrada. Es el punto décimo, integrado en la parte segunda del texto: Todos discípulos, todos misioneros. A continuación, transcribo algunos puntos más interesantes de este apartado:    


a)  En el curso de los siglos, la Iglesia siempre ha experimentado el don de los carismas, gracias a los cuales el Espíritu Santo la hace rejuvenecer y la renueva, desde los más extraordinarios a los más sencillos y ampliamente difundidos. Con alegría y gratitud, el Santo Pueblo de Dios reconoce en ellos la ayuda providencial con la que Dios mismo lo sostiene, orienta e ilumina su misión.

b)   La dimensión carismática de la Iglesia tiene una manifestación particular en la vida consagrada, con la riqueza y variedad de sus formas. Su testimonio ha contribuido en todo tiempo a renovar la vida de la comunidad eclesial, revelándose como un antídoto respecto a la frecuente tentación de la mundanidad. Las diferentes familias religiosas muestran la belleza del seguimiento del Señor sobre el monte de la oración y sobre los caminos del mundo, en las formas de vida comunitaria, en la soledad del desierto y en la frontera de los desafíos culturales. La vida consagrada, más de una vez, ha sido la primera en intuir los cambios de la historia y de acoger las llamadas del Espíritu: también hoy la Iglesia necesita su profecía. La comunidad cristiana mira también con atención y gratitud las experimentadas prácticas de vida sinodal y de discernimiento en común que las comunidades de vida consagrada han madurado durante siglos. También de ellas podemos aprender la sabiduría de caminar juntos. Muchas Congregaciones e Institutos practican también la conversación en el Espíritu o formas análogas de discernimiento en el desarrollo de los Capítulos provinciales y generales, para renovar estructuras, repensar los estilos de vida, poner en marcha formas nuevas de servicio y de cercanía a los pobres. En otros casos, se encuentra, sin embargo, la perduración de un estilo autoritario, que no deja espacio al diálogo fraterno.

c)   Con la misma gratitud, el pueblo de Dios reconoce los fermentos de renovación presentes en comunidades que tienen una larga historia y en el florecimiento de nuevas experiencias de movimientos eclesiales. Asociaciones laicales, movimientos eclesiales y nuevas comunidades son un signo precioso de la maduración de la corresponsabilidad de todos los bautizados. Su valor consiste en la promoción de la comunión entre las diferentes vocaciones, en el impulso con el que anuncian el Evangelio, en la proximidad a quienes viven una marginalidad económica o social, y en el compromiso por la promoción del bien común.

d)  Los casos de abuso de distinto género que dañan a las personas consagradas y a los miembros de las asociaciones laicales, apunta a un problema en el ejercicio de la autoridad y requiere intervenciones decididas y apropiadas.

a)  Los ámbitos en los que se declina la formación del Pueblo de Dios son muchos. Además de la formación teológica, está la relativa a una serie de tareas específicas: ejercicio de la corresponsabilidad, escucha, discernimiento, diálogo ecuménico e interreligioso, servicio a los pobres y cuidado de la Casa común, empeño como “misioneros digitales”, facilitación de los procesos de discernimiento y conversación en el Espíritu, construcción del consenso y resolución de conflictos. Una especial atención hay que dar a la formación catequética de niños y jóvenes, que debería suponer la participación activa de la comunidad. (Punto 14 sobre la formación). En este sentido les indico una página web donde se ofrecen materiales de formación sobre todo lo que acabo de señalar en varias lenguas: https://formaciononline.bc.edu


Estos son solo algunos puntos de las rica Síntesis de la primera sesión, que os invito a leer, reflexionar y compartir en comunidad.


Como sabéis en octubre celebraremos el LXX Capítulo General en Częstochowa, Polonia. Queremos que sea una experiencia sinodal en línea con lo que nos invita la Iglesia. Con ese objetivo estamos preparándolo y os animamos a participar en los grupos de preparación que en las Provincias se están desarrollando. A toda la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios os invito a orar para que el Capítulo General, sea guiado por el Espíritu del Señor y obtenga los frutos deseados.


¡Felicidades a todos los Hermanos, a los religiosos/as que forman parte de nuestra Familia de San Juan de Dios, por el regalo de nuestra vocación!. ¡Vivámosla con alegría y demos gracias a Dios por ella!.  

 

Unidos en el Señor y en San Juan de Dios recibid un abrazo fraterno y hospitalario.

 

Hno. Jesús Etayo

Superior General

 

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